Hoy quiero compartir contigo una historia muy especial. Un cuento popular con un alto valor simbólico y perfecto para trabajar con tus alumnos el primer día de clase o en algunas de tus sesiones de tutoría. Un texto que encontré casualmente navegando por la red y que me atrapó desde el principio.
Al ser un año más tutor de 1º de la ESO (12-13 años) se me ha ocurrido que sería una buena idea leer esta historia en mi primera sesión de tutoría, porque creo que es un cuento que permite reflexionar sobre las dificultades y los miedos que supone cambiar de centro, de compañeros, de profesores…
¿Quieres conocer la historia que leerán mis alumnos en mi primera sesión de tutoría? Si es así, estaré encantado de que me acompañes en la lectura de este artículo. Así que, sin más demora, zarpamos…
Imagen extraída de Shutterstock
La historia de la zanahoria, el huevo y el café. Una lección de resiliencia.
Este es el cuento que quiero compartir contigo:
«Érase una vez la hija de un viejo hortelano que se quejaba constantemente sobre su vida y sobre lo difícil que le resultaba ir avanzando. Estaba cansada de luchar y no tenía ganas de nada; cuando un problema se solucionaba, otro nuevo aparecía y eso le hacía resignarse y sentirse vencida.
El hortelano le pidió a su hija que se acercara a la cocina de su cabaña y que tomara asiento. Después, llenó tres recipientes con agua y los colocó sobre fuego. Cuando el agua comenzó a hervir, colocó en un recipiente una zanahoria, en otro un huevo y en el último vertió unos granos de café. Los dejó hervir sin decir palabra mientras su hija esperaba impacientemente sin comprender qué era lo que su padre hacía. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café.
Miró a su hija y le dijo: «¿Qué ves?”. «Zanahorias, huevos y café», fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Le quitó la cáscara y observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su dulce aroma. Humildemente, la hija preguntó: «¿Qué significa esto, papá?»
Él le explicó que los tres elementos se habían enfrentado la misma adversidad: el agua hirviendo. Pero habían reaccionado en forma muy diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo, se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. El café, sin embargo, era único; después de estar en agua hirviendo, había cambiado el agua.
«¿Cual eres tú?», le preguntó a su hija. «Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo que comienza con un corazón maleable? ¿Poseías un espíritu fluido, pero después de una adversidad te has vuelto dura y rígida? Por fuera eres igual pero, ¿cómo te has transformado por dentro? ¿O eres como el café? El café cambia el agua, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor, tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.»
Algunas reflexiones sobre el cuento de la zanahoria, el huevo y el café.
¿Con que frase me quedo de este cuento?
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Francisco José Gomez Canto says
Buen material el que nos proporciona gracias
Santiago Moll says
Gracias
Joserra López says
Hola Santiago
Muy buen blog y muy buen cuento. Lo utilizaré con mis alumn@s, con tu permiso. A mí me apasionan los cuentos y los utilizo mucho con mis alumn@s, este año de 6º. Un cuento que me gusta mucho para empezar el curso es de «El aguila y el polluelo», cuya lección es: «La confianza no reside en lo que somos, sino en lo que creemos que somos».
Un saludo y hasta la próxima entrada
Joserra López
Santiago Moll says
Gracias
Fernando Carbajal Garcia says
y de ese tipo de relatos es como alimentamos la emoción del estudiante, condición previa a la actitud reflexiva que luego aprehenderá el conocimiento y lo colocara en la memoria de largo plazo.
muy buen relato sobre una de las virtudes que debemos cultivar, la resiliencia.
gracias por tus aportes que enriquecen nuestra profesion docente
Eva says
Con tu permiso Santiago, voy a utilizar con mis chicos de 1 y 2 de ESO, una lección muy importante en la vida.
Santiago Moll says
Estupendo Eva
Aina says
Hola Santiago,
Me gustaría saber si conoces estrategias para integrar un alumno de 3r ESO en el patio, puesto que siempre esta sólo y no quiere jugar con el resto. Que harías tu?
Gracias
Santiago Moll says
Un aspecto que suele funcionar es la asignación de lo que se denonima «alumno tutor» y que hace de acompañante de un compañero con algún tipo de necesidad. Creo que es un comienzo