El artículo de hoy nace de una frase que encontré recientemente en la red de L. R. Knost y que me llamó poderosamente la atención. Esta frase que da pie a este artículo establecía una diferenciación entre dos términos que están muy presentes en el ámbito educativo. Los dos términos en cuestión son: disciplina y castigo. La cita de L. R. Knost reza así:
La traducción de esta cita vendría a decir:
«La disciplina ayuda a un niño a resolver problemas. El castigo hace que un niño sufra por tener un problema. Para solventar un problema, céntrate en las soluciones, no en las represalias» (La traducción es mía).
Disciplina vs. Castigo.
Lo cierto es que se trata de una cita que me encantó y que me dio mucho que pensar. Es por ello que quiero compartir mis reflexiones, así como escuchar las vuestras. Pero antes de continuar me gustaría mostraros cómo define la RAE los términos disciplina y castigo:
Si nos fijamos en la palabra disciplina veremos como en la definición no aparece ninguna connotación negativa, y además hace referencia a la instrucción, es decir, a la educación moral de una persona. Por el contrario, la palabra castigo sí implica una connotación negativa, ya que en su primera acepción incorpora los vocablos pena, delito y falta. Además, en la quinta acepción del mismo término el concepto castigo se contempla como una forma o un modo de enseñanza.
Debo confesar que ambas definiciones no me dejaron indiferente, sobre todo la que tiene que ver con la de castigo y, en particular, con la quinta acepción, la que relaciona el castigo como algo ejemplar y una forma más de educar a quien comete una falta o delito.
Si trasladamos ambos términos al ámbito educativo, vemos como el término disciplina sirve incluso para aquello relativo al conocimiento e incluso se podría hablar de un sinónimo de materia o asignatura. De esta forma, si volvemos a la definición de L. R. Knost veremos como el hecho de instruir y educar a una persona posibilita que dicha educación le permita resolver con éxito los conflictos que van surgiendo a su alrededor y, en especial, en el ámbito escolar. Y cuando me refiero al conflicto, estoy hablando de un concepto que debe verse no como algo negativo, sino como una oportunidad más de transformar la dificultad en una resolución satisfactoria. Sobre el conflicto visto como una oportunidad recomiendo la lectura del artículo El conflicto escolar visto como una oportunidad.
Por el contrario, cuando nos enfrentamos al término castigo, tendemos a relacionarlo con el reglamento de régimen interno del centro, un reglamento que entre otras muchas atribuciones se encarga de regular y tipificar los castigos. En este sentido sé que cada centro escolar, siempre dentro de los márgenes que marca la legislación, estable unos parámetros en cuanto a las sanciones. Pero en este artículo no quiero referirme al castigo como algo tipificado en un código, sino en lo que supone dicho castigo para la educación del alumno sancionado. Los alumnos que sufren un trastorno de conducta severo en el aula tienden a ser castigados continuamente. Se les expulsa del aula, se les excluye del grupo y van acumulando día tras día incidencias de todo tipo.
Los castigos van aumentando así como la acumulación de incidencias por parte del alumno, pero, desgraciadamente, el comportamiento va empeorando a media que aumentan sus incidencias. Y este hecho debe hacernos recapacitar a todos. Muchos docentes ven en el castigo a estos alumnos con un trastorno de conducta como una medida ejemplarizante, una advertencia para el resto de compañeros, un aviso de lo que supone quebrantar las normas de un centro.
Tal vez sí sirva al resto de alumnos como un serio aviso de que los actos comportan unas determinadas consecuencias, pero también debemos ser consciente de que el castigo no es una medida reparadora para el alumno con un trastorno de conducta. Porque el castigo no transforma ni mejora la conducta, porque es incapaz de ahondar en la raíz del problema del alumno.
Soy consciente de que la expulsión o la sanción es un recurso a veces demasiado cómodo para los docentes, pero en ningún caso supone una resolución al problema conductual. Dentro de los diferentes tipos de conducta uno de los peores es el que denominamos como evitación.
Con la expulsión o sanción lo que hacemos no es más que evitar el conflicto, sortear y delegar el conflicto a otra persona, pero sin afrontarlo y, mucho menos solucionarlo.
Es por ello que tal vez en determinados alumnos lo que debemos trasformar es el castigo por la disciplina, porque es con la disciplina donde seremos capaces de entender el porqué de determinados comportamientos. Dar y enseñar disciplina es un método tremendamente útil para evitar determinadas conductas en el aula. Porque la disciplina lleva implícito el análisis y la reflexión, y quiero pensar que también la solución a determinadas pautas actitudinales.
Estoy convencido de que la convivencia escolar, la paz escolar, pasa necesariamente por lo que L. R. Knost afirma en la cita que da pie a este artículo. Debemos ser capaces de centrarlos en la solución de los conflictos y no en la sanción y castigo de los mismos.
Y es por ello que la disciplina se hace más necesaria que nunca, porque es el arma que tenemos los docentes para trasformar un conflicto en una oportunidad, para transformar un castigo en una solución. Sé que no es el camino más fácil ni más cómodo, pero sí el que a la larga será el que formará a nuestros alumnos que trasladarán su conductas en los centros escolares a la sociedad que los acoge.
Cuanto más nos preocupemos por nuestros alumnos, cuanto más empaticemos con ellos, cuanto más sepamos sobre su día a día, tendremos muchos más instrumentos para hacer del castigo una medida excepcional, para hacer de la disciplina una forma basada en la recompensa, en el refuerzo positivo incondicional. Escuchar por sancionar, mediar por sancionar es nuestro reto, ¿os apuntáis?
Fran says
Es un tema difícil. Después de años de la dictadura hablar de castigo es tabú. Hay dos libros interesantes: hijos brillantes, alumnos fascinates (Augusto Cury) y Educar sin maltratar (David Solá)
smoll73 says
Gracias por tu comentario Fran.
Auria says
Es un tema muy delicado, pero que, por desgracia, cada vez encontramos mas alumnxs con problemas de conducta. Estxs alumnxs deberían ser tratados, segun recoge la ley como de necesidades especificas de apoyo educativo. Y por lo tanto tener un tratamiento diferenciado e unánime por todo el equipo docente. Como muy bien dices en el artículo, los castigos no modifican estas conductas disruptivas; es por ello que debemos reflexionar y dejarnos asesorar por el personal de orientación de los centros.
Silvia Fernandez says
Estoy de acuerdo sobre lo que reflexionas. Sin embargo, me surge una duda: ¿cómo se inculca disciplina a un alumno con muchos problemas de comportamiento sin recurrir al castigo? Este aspecto lo he echado de menos en el artículo. Muchas gracias 🙂
Nari says
Gracias por las ideas interesantes que siempre encuentro en tu blog y por este artículo en particular… Soy profe de español en Armenia, y estoy investigando el tema de castigos escolares…. y tu artículo me ha parecido muy interesante, pero quería preguntar qué entiendes por la disciplina, el qué hacer y cómo hacerlo, porque no acabo de entender cómo funciona… te agradecería si podrías poner ejemplos…