Hoy vengo a contarte una historia. Hoy vengo a contarte cómo conseguí que un alumno con una alta conflicitividad en el aula me diera su móvil tras haberlo estado utilizándo durante una sesión lectiva. Lo que te voy a contar es exactamente lo que pasó. Y te lo voy a contar para que veas que existen muchas formas de pactar con nuestros alumnos, que existen muchas formas de llegar a acuerdos y que lo más importante no es que ganes tú, sino que ganes tú, el alumno y el grupo.
Imagen extraída de Shuttestock
El perfil del alumno.
El alumno protagonista de esta historia es un alumno de 13 años, con un problema de conducta severo en el aula y que forma parte del programa de integración del centro, al tener un desfase en su currículum de más de dos años. Es un alumno que no sigue las clases ordinarias y que rechaza la realización de otras actividades. Durante el curso lleva acumuladas docenas de expulsiones, principalmente por no respetar las normas del centro y por faltas continuas de respeto hacia sus profesores y compañeros.
La norma del centro acerca del móvil.
La norma del centro acerca del móvil es muy clara y viene recogida en el Reglamento de Régimen Interno del Centro.
- Cuando un alumno saque el móvil durante el transcurso de una sesión lectiva, el docente se lo requisará y se lo entregará al jefe de estudios que será el encargado de custodiarlo durante el resto de la jornada escolar. Al alumno se le sancionará con una hoja de incidencias.
La historia del alumno que me dio su móvil durante una sesión lectiva.
Todo empezó en el transcurso de una sesión lectiva. En esta sesión me llamó la atención el tiempo que llevaba callado el alumno que protagoniza esta historia. En ese momento le miré y observé que tenía las manos debajo del pupitre y la cabeza agachada y con cara de concentrado. Me alcé de la silla y entonces vi que estaba usando su móvil. En ese momento yo estaba sentado en mi silla y él estaba situado en la otra punta de la clase.
Primer intento para que me diera su móvil.
Cuando le vi, me volví a sentar, paré la clase y me dirigí de palabra hacía él, sin moverme de mi sitio. Le dije que le había visto usar el móvil y que el reglamento era claro al respecto. Así que le pedí por favor que me entregara su móvil. ¿Cuál fue la reacción del alumno? La reacción del alumno fue la de negar que estaba usando el móvil. Mientras me dirigía a él de palabra, él escondió su móvil en el bolsillo. Dijo que no tenía ningún móvil. Lo negaba una y otra vez.
Segundo intento para que me diera el móvil.
Lo que hice a continuación fue algo que quiero que recuerdes bien. Me levanté de la silla y avancé hasta quedarme pegado a la pizarra, a una distancia considerable del alumno. Se trataba de la primera negociación y no era conveniente acercarse mucho al alumno. En esta posición conseguí ganar visibilidad y presencia, pero también intenté ganarme al resto de la clase para que me ayudara a que el alumno me diera su móvil. Yo le repetí al alumno que le había visto usando el móvil y que debía respetar las normas del centro, como los demás compañeros de clase. En ese momento se trataba de ir empatizando con el alumno y con el grupo. Y ahí se produjo un cambio. El alumno reconoció que había usado el móvil, pero que no pensaba dármelo.
Tercer intento para que me diera el móvil.
Llegó el momento en el que me acerqué a él, pero respetando su espacio vital, sin agobiarlo. El tono que había utilizado para hablar con él había sido en todo momento relajado, pausado, tranquilo y con unas instrucciones claras en las que le había recordado el reglamento. Por tercera vez le pedí que me diera su móvil y continuó negándose. Y en ese momento fue cuando decidí pactar, en ese momento vi que no podía ganar del todo, que para ganar también tenía que perder.
¿Cómo negocié para que me diera su móvil?
Cuando vi que la conversación se estaba enquistando, decidí cambiar de estrategia y negociar, es decir, llegar a un pacto en el que el alumno se diera cuenta de que él también podía ganar algo. Lo que pacté con él fue que a cambio de que me devolviera su móvil, yo le prometía que al final de la sesión lectiva se lo devolvería en lugar de dárselo al jefe de estudios. Además, para evitar una hoja de incidencias, le pedí que se comprometiera a no sacar el móvil nunca más en mi clase. Cuando terminé de explicarle el pacto, pasó algo asombroso y lo mejor de la historia. Dos alumnos de la clase, casi al unísono, se dirigieron a su compañero y le dijeron que era un buen pacto, que valía la pena aceptarlo, que a ellos les parecía justo. Lo que había conseguido era poner a la clase a mi favor y eso fue determinante, porque en ese momento el alumno se levantó de su silla, metió su mano en el bolsillo, me entregó su móvil y me dijo que no lo sacaría más en mi clase.
¿Qué hice a continuación?
Lo primero que hice fue darle las gracias por haberme dado su móvil y luego di las gracias al grupo por haberme ayudado a solucionar entre todos el conflicto. Yo le repetí el pacto al alumno. Es más, cogí el móvil y lo dejé encima de mi mesa recordándole que al final de la clase se lo devolvería en lugar de llevarlo al jefe de estudios. Una vez dicho esto, seguí con la clase.
¿Qué puedes aprender de la historia del alumno que me dio su móvil?
Una de las fases de la resolución de un conflicto, de una mediación consiste en pactar. Sin duda, se trata de uno de los procesos más importantes de una mediación porque en esta fase, cada uno de los miembros debe ceder en algo.
En muchas ocasiones los docentes nos olvidamos de pactar y sancionamos directamente. Sí. Sé que no cumplí la norma del centro respecto al móvil, pero en ocasiones hay que pasar por delante de las normas y evaluar la situación y el perfil del alumno. Y determinadas situaciones requieren determinadas soluciones. Lo que pacté con el alumno en la gestión de conflictos se denomina compromiso, que no es más que utilizar estrategias que permiten obtener una parte de tus intereses a cambio de ceder en otros. También se denomina miniganar / miniperder.
- Miniganar:
- Yo obtengo el móvil del alumno. El alumno se compromete o no volver a sacarlo.
- El alumno obtiene el móvil al final de la sesión lectiva. Evita una hoja de incidencias.
- Miniperder:
- No cumplo a rajatabla con la norma impuesta por el centro.
- El alumno se queda sin móvil el resto de la sesión lectiva y se ha comprometido de palabra que no lo sacará más en mis clases.
Para finalizar, quiero recordarte algunas actuaciones que conviene tener presente en estas situaciones:
- Mantén un tono firme, pero no autoritario.
- No alces la voz, no grites. Mantén un tono conversacional y te ganarás la confianza del alumno y del grupo.
- No vayas en primera instancia hacia el alumno. Vete acercándote paulatinamente para que no se sienta presionado desde un principio.
- No le hables sólo al alumno, dirígete también al resto de la clase y gánate su complicidad.
- Agradece al alumno y al resto de compañeros el hecho de que hayáis llegado a un compromiso, a un pacto.
Cuando pienso en la palabra pactar siempre pienso en el color gris, en ese color a camino entre el blanco y el negro, entre la victoria y la derrota, entre la imposición y la negociación… Por cierto, el alumno cumplió su palabra y no ha vuelto a sacar su móvil en mi asignatura.
Para saber más sobre la gestión de conflictos os recomiendo encarecidamente el libro Tiempo de mediación, de M. Carme Boqué i Torremorell. Podéis adquirirlo a través del siguiente enlace.
Teacher says
Por una parte si…. pero por otra…. ya todos ellos saben que tú nunca llevarás un móvil al jefe de estudios. Siempre tendrás que dejarlo en la mesa y devolverlo al finalizar la clase. Contigo las normas no se cumplen del todo, pensarán-
Roberto Rivera says
Como siempre, consejos importantísimos y sobre todo prácticos. Muchas gracias de nuevo. Roberto dese Italia.
Carmenza Patiño says
Me ha pasado parecido, pero sin tener tanta consciencia de ello como tu, en una oportunidad un estudiante al que le retire el móvil, a la próxima clase, de una, me lo entrego para que se lo tuviera, con la mirada atenta del grupo. Excelente descripción de caso, ¡Gracias!
Carmenza Patiño says
Y me faltó algo, con esta postura, le estás enseñando a solucionar conflictos a tus estudiantes.
ester says
bien, es muy buena la estrategia a mi me ha resultado varias veces, ya que a menudo me he colocado en el lugar del alumno, soy enemiga de las imposiciones, dialogando con un tono de voz adecuado se puede resolver variios conflictos
smoll73 says
Muchas gracias por tu comentario Ester
jorge flores pizarro says
Que va a pasar cuando el estudiante repita la acción de ocupar su móvil en clases.¿Aplicaras la misma estrategia?
smoll73 says
Gracias Jorge. A día de hoy no ha vuelto a pasar. En el caso de que suceda otra vez habrá que valrar las circusntancias de ese momento. Esperemos que no suceda. Un cordial saludo
MACAR says
Muchas gracias por este demostrativo relato. Muchas situaciones en el aula se aprenden «picando piedra» y de pronto recuerdo algún caso difícil en que creo hasta hice el ridículo.Estos tips me ayudan mucho
Rocio says
Santiago, tengo unas preguntas dirigida a ti y a otros docentes que se que ven estos comentarios y me gustaría saber su opinión al respecto. Primero, ¿Es lícito que algunos maestros rompan el papel donde están escribiendo los niños porque lo han hecho mal o se han equivocado y le obliguen a hacerlo todo de nuevo, todo esto delante de toda la clase?
Segundo, ¿Cuando un alumno se queda atrás sin tener ningún trastorno grave, familia normal y ambiente normal, debe hacer el profesor todo lo posible porque no se quede atrás y averiguar lo que le pasa con la suficiente rapidez para que no tenga que repetir curso?
Rocio says
Muchas gracias!!
Marlene says
Es muy cierto hay que ponerse en el lugar del alumno, pero no dejar de lado la firmeza recomendándole que no lo vuelva a hacer.
Conchi Neira says
La solución que tomaste con el alumno me parece totalmente acertada. Aunque la normativa diga que se les retira el móvil hasta el final de la jornada, nunca esta se puede aplicar a rajatabla pues todos los alumnos no son iguales y las normas nunca deben ser rígidas sino flexibles
Santiago says
Gracias Conchi. Situaciones extraordinarias requieren soluciones extraordinaria. Un cordial saludo
Anamaría says
Es verdad, tú te das cuenta que tu autoridad esta en peligro, no solo ante el implicado sino ante el resto de estudiantes, debes buscar una salida inteligente y rápida. Es mejor hacer una concesión y no tener que llevar el caso a extremos donde posiblemente resultes más afectado tú que tu estudiante. El estudiante aprecia más un gesto de salvación que uno de hundimiento. Y habrás ganado un aliado para próximos inconvenientes.
Con admiración, Anamaría
Santiago says
Muchas gracias Anamaría por tus palabras. Un cordial saludo
Sergio Soto Paredes says
Santiago, la historia es interesante, sólo quiero invitarte a reflexionar sobre el enfoque didáctico y el paradigma en el que está la escuela en que acontece, que se alcanza a visualizar en tu relato (quiero conceder que no necesariamente es un hecho real, pero sirve como ejemplo).
Lo primero es destacar que se trata de un alumno con un desfase en su currículum de más de dos años, lo que obligaria a cualquier profesor a diversificar sus recursos didácticos e metodología para incluir a ese tipo de alumnos para que se sientan parte del grupo de aula.
En segundo término, según el reglamento citado, al alumno se le sancionará con una «hoja de incidencias», o sea, el registro de la falta constituye una sanción (punición) para el alumno. Mi opinión es que las faltas de los alumnos deben ser abordadas desde el inicio, y como una oportunidad de reflexión de estos junto con la familia, para comprender la relevancia de observar las normas como una forma de relacionarse con la comunidad, además de facilitar el aprovechamiento del servicio entregado por parte del alumno. En consecuencia, se aborda oportunamente la conducta inapropiada, con la idea de mejorar el desempeño del alumno. El sólo registro, imagino, servirá para justificar los resultados negativos (si así fuera) al finalizar el proceso anual, cuando ya no existe posibiliadd de revertir o mejorar aquellos resultados y, peor aún, cuando el alumno demostró que puede llegar hasta el final del año sin acciones concretas por parte de la escuela.
Por otra parte, cuando dices «En ese momento yo estaba sentado en mi silla y él estaba situado en la otra punta de la clase…», es posible suponer que los alumnos estaban trabajando cada uno en su pupitre, mientras el profesor fiscalizaba sentado en su silla… en «una punta» de la sala… Puedo suponer, también, que no estaban trabajando en grupo (o no sería descrito así la acción del alumno). En mi opinión, el professor debe transitar por la sala de clases verificando el trabajo de sus alumnos (en una de esas hasta sirve para inivir acciones del tipo descrita), el que debe apuntar para el trabajo colaborativo en el que aquellos más avanzados colaboren con los más atrasados (como el alumno en cuestión).
Por último, en esta historia, el «conflicto» no lo generó el alumno (como muchas veces ocurre), sino el professor al optar por detener la clase en desarrollo, interrumpiendo el trabajo de todo el grupo que se supone que estaba concentrado en la tarea, para llamar la atención de uno que cometió una «falta». Pienso que era posible otra actitud del profesor, como llevar al alumno a recuperar el interés en la tarea indicada, o dándole alguna actividad alternativa (en el caso de ser un alumno integrado). Porque lo más probable es que, en su inmadurez propia de la edad y su desarrollo psicológico (los adultos acostumbramos a usar eso como un defecto y no como una condición natural de nuestros alumnos), el alumno vio más interesante lo que le ofrecía el móvil (que para mucha gente adulta, hoy en día, se ha transformado en una patología). Entonces, con certeza, de haber estado el profesor atento a la tarea que estaban haciendo los alumnos, y si hubiese prestado la debida atención a este tipo de alumnos (que deben ser conocidos antes de entrar a la clase), no se habría dado tal «conflicto» al exponer al alumno frente a sus compañeros por el simple hecho de no sentirse motivado a trabajar como la mayoria.
Creo que siempre es posible ver las cosas desde otra perspectiva, y este fue mi propósito… contribuir invitando a leer nuevamente la historia, pero con otra mirada.
Gracias, Santiago por tus aportes… Soy un seguidor de tus publicaciones y tengo la seguridad de que mi comentario será de utilidad para tu trabajo.
Un abrazo.
Santiago says
Muchas gracias Sergio por tu punto de vista que, sin duda invita al análisis y a la reflexión de nuestra labor como docente. Un cordial saludo.
Iñigo says
Pues a mí me parece un grave error toda la orientación dada al incidente, así como la de la mayoría de comentarios por aquí dejada. Los chicos deben prepararse para un mundo lleno de reglas. Lo queramos o no, por muy comprensivos que seamos con sus circunstancias psicológicas y sociales. Las normas coercitivas (las más comunes en nuestra sociedad) están para cumplirse. El incumplimiento, conlleva una sanción. Esta sanción no es negociable. Se puede negociar un salario, unas condiciones laborales, un acuerdo de divorcio, una prima de un seguro. Pero no se puede negociar una infracción de tráfico o el castigo de un delito. Estas normas son para todos iguales, y no por ser más conflictivo la sociedad te va a perdonar. Si matas a alguien o si robas un banco irás a la cárcel. Los alumnos deben aprender esta lección. Para ellos, en su nivel de desarrollo, la norma de los móviles es lo más parecido a un código penal que deben respetar. Toda acción lleva una consecuencias, y estas deben ser cristalinas. Si el castigo se tamiza, soslaya e incluso se hace desaparecer se le está dando al alumno una idea radicalmente errónea de lo que es el mundo en el que vivimos. La solución es muy fácil: el profesor debe seguir con la clase, nada de enfrentamientos, por lo tanto el chico debe derivarse a jefatura de estudios para que sean ellos los que requisen el móvil y se pongan en contacto con la familia. Es más, debe exigirse al jefe de estudios que, como encargado del respeto de las normas del centro, cumpla con estos castigos. De la otra manera, hemos perdido más de cinco minutos de nuestro precioso tiempo con un alumno (el resto sólo ha aprendido que la impunidad es posible si eres un inadaptado) y al final hemos conseguido saltarnos el reglamento y las normas de convivencia del centro, dando una idea errónea de cómo funcionan las normas en los sistemas sociales. El buenismo, socorrido, atractivo y cómodo (no nos enfrentamos con nadie) es un flaco favor para nuestros alumnos.
Santiago says
Muchas gracias Ínigo por tu testimonio. Un saludo
Adoración says
Estimado Iñigo, desde mi punto de vista, la intervención de Santiago es intachable. Eso sí,… si el objetivo es educar y enseñar respeto y modelos adecuados. Santiago ha proyectado un modelo de comportamiento respetuoso y asertivo en una situación que probablemente este alumno recordará el resto de su vida. Recordemos que enseñamos fundamentalmente con el ejemplo.
No creo en la antigua máxima que dice que hay que preparar a los hijos para lo dura que es la vida, con lo cual nos excusamos de ser nosotros mismos duros e inflexibles. Yo creo que la clave de todo es el amor. Para prueba, el resultado: el alumno hizo un aprendizaje que además, extrapoló a las futuras clases.
Gracias Santiago por el tremendo y gran trabajo que nos regalas generosamente en tu blog.
Un abrazo a los dos.
Santiago says
Gracias por tus palabras Adoración
Ajenor says
Las normas y las leyes no contemplan el desarrollo afectivo del hombre, se limita a los hechos, sin tener en cuenta lo anterior, con tu actitud estas siendo un dictador y no un formador de personas, al pequeño error que tengas te cae la ley sin contemplaciones y en vez de solucionar agravan la situación, personalmente digo que le falto poner una advertencia de que es la única vez que se contempla dicha situación, abriendo una oportunidad para un diálogo sobre responsabilidad, de hecho te has ganado al alumno y es parte de tu clase, en vez de ganarte como enemigo, con todos los antecedentes que se menciona. Gracias. Seguimos aprendiendo.
David says
Como ya han comentado anteriormente, no hay que parar la lección por un incidente así. Lo explico en este breve artículo. http://www.teachingsolutions.es/no-utilices-este-consejo-en-caso-de-incendio.html
Silvia says
Acabo de leer tu artículo. Al igual que el de Santiago, me resulta un punto de vista interesante. Sin embargo, no acabo de visualizar cómo abordarías la situación del móvil. Por ejemplo, si el alumno es muy conflictivo, ¿No les estás dando protagonismo anotando su nombre en la pizarra?
David Soria says
Veo que no has publicado mi comentario. Pensaba que se podía pensar distinto y expresarlo en este blog.
David Soria says
Perdón. Sí que aparece. 🙂
Santiago says
Sin problema David. Un saludo
Maria E. says
Hola, me parece una buena solución pero me queda la duda ya que pienso que los demás estudiantes considerarán que ellos también tendrán el derecho a ser tratados de la misma manera la primera vez que no cumplan el reglamento con el celular . En resumen, el reglamento no se aplicó ni se aplicará, al menos ante la primera falta.
Profe Vito says
Una aportación muy interesante, gracias por compartir tu experiencia. En el momento seguro que no habría sabido reaccionar tan bien como tú, así que me ha servido de modelo de actuación.
Tienen razón algunos de los comentarios que dicen que de ese modo se sienta un precedente y que las normas se cumplen a medias. Si a los otros alumnos con mejor comportamiento no les hacemos esa concesión, no estamos reforzando un comportamiento negativo? Si nuestro objetivo es seguir las normas, quizás podríamos darle a los demás la posibilidad de recibir una amonestación antes de llevarle el móvil al jefe de estudios y sólo hacer esto si hubiese reincidencia. Qué os parece?
Ángela says
Creo que tu manera de actuar es un boicot a ti mismo y al resto del profesorado. La próxima vez que otro alumno saqué el celular en la sala también tendrás que negociar y si no lo haces lo percibirán como una injusticia. «¿Y por qué me anota a mi y a otro no»? Eso de «ley pareja no es dura» corre para todos los tiempos.
Además el hecho que contigo no pierdan su celular será una tentación para usarlo más seguido. Y por último, es un flaco favor a tus colegas que si cumplen el reglamento: ellos serán percibidos como intransigentes mientras tu serás el comprensivo y buena onda. A mi modo de ver tu enseñanza es que las normas son negociables y que no necesariamente ganarás una sanción por algo incorrecto. Eso, a mi modo de ver, es pésima enseñanza.
Santiago says
Gracias Ángela por su aportación
Gemma says
¡Hola,Angela!
Desde mi particular percepción,la idea es que poco a poco los alumnos dejen de usar el celular en clase.El alumno se describe como conflictivo,de ahí la estrategia de negociación.
No olvidemos que quien esta a la cabeza de la clase es el maestro.Además,no todos los alumnos son iguales.Hay quien comprende y apoya las dinámicas de la clase.
Los alumnos deben comprender que cada maestro establece sus reglas,que cada maestro tiene su manera particular de ser y de impartir clase.
¡Saludos y suerte con tus alumnos!
Gemma
Santiago says
Gracias por tu testimonio Gemma. Un cordial saludo
Gemma says
¡Hola a [email protected]!
Yo tuve muchos problemas con mis ex alumnos respecto al uso del celular.Intenté negociar con ellos y me di cuenta que ya estaban acostumbrados a ganar-ganar,pues tristemente veían al docente como alguien que NECESITABA el sueldo y tenía que soportarlos.
Me estreso la falta de compromiso de coordinación.Me estreso mi falta de experiencia y madurez para enfrentar esos problemas.
Ahora estoy en otro centro educativo,con alumnos distintos.Me han sido útiles los consejos del blog.Con ellos sí he podido aplicarlos.
¡Gracias,Santiago,por tu tiempo!
¡Y gracias a todos los colegas que han compartido experiencias!
Gemma
Kike says
Creo que el maestro no mini-gana, en tu caso ganas 3 batallas: consigues que el alumno ceda su móvil, consigues que se comprometa a no sacarlo más(un compromiso asi no existía antes de este hecho) y te ganas su confianza y la de la clase. Ven en ti alguien con quien pueden hablar, que escucha y busca soluciones.
Totalmente de acuerdo, has establecido una relación de confianza, que con alumnos así, es oro.
Irene says
Me gustaría reflexionar sobre otro hecho y es que cuando hay que negociar, pactar, hablar… Sobre conductas distintivas siempre recomiendo hacerlo en privado por el efecto contrario que puedas obtener: poder del alumno y rebeldía al verse como.lider y teniendo al aula de espectadores, ahí corriste el riesgo de que el alumno se opusiera por la presión de grupo. No te parece que las correcciones son mejor en privado?? Saludos
Sara Solano says
Gracias Santiago, te sigo y te admito. Creo que es una aportación muy interesante para muchos docentes que precisan en muchas ocasiones de ejemplos claros para guiar sus acciones frente a conflictos del día a día. Dos de las cosas que más me gusta del ejemplo es el respeto que muestras por el alumno ( ese que a veces se pierde tan fácilmente en los espacios y el estrés cotidiano, y bajo el paraguas de «alumno/a conflictivo/a») y la importancia de la palabra dada, ésa que sirve de comunicación y de guía de respeto de ahí al futuro. Gracias.