Hay preguntas que bien valen un artículo. En concreto, la pregunta que da título a esta entrada me la formuló un alumno en clase recientemente, y me ha servido para darme cuenta y reflexionar acerca de la importancia de las preguntas que formulan nuestros alumnos y de la forma que tenemos de responder los docentes.
En la pregunta en cuestión, debo decir que la respuesta fue totalmente sincera: No lo sé. Confieso que en aquel momento era una pregunta que no me esperaba en absoluto, que nunca me habían formulado y que yo tampoco me había hecho para mí. En la respuesta que le di hay una parte que creo acertada y otra desacertada y que trataré de explicar a continuación.
Imagen extraída de Shuttershock
El valor de las preguntas.
Durante una sesión lectiva son muchas las preguntas que nos formulan nuestros alumnos. De hecho, ya lo comenté en un artículo titulado 9+1 preguntas que no querrás escuchar de tus alumnos. Son preguntas que no tienen interés para nuestro currículo y que podemos responder de forma mecánica. Pero hay otro tipo de preguntas que nos dan mucha información sobre lo que estamos enseñando y sobre los intereses de un alumno. La pregunta sobre el determinante numeral ordinal 999 era la pregunta de un alumno que en ese momento tuvo o se le despertó una curiosidad. Es muy importante estar receptivo a este tipo de preguntas porque no suelen ser muy frecuentes a lo largo de una sesión lectiva. También debo decir que en ese momento me cogió desprevenido.
El valor de las respuestas.
La respuesta que le di al alumno fue totalmente sincera. Le dije que desconocía la respuesta, que la buscaría cuando llegara a casa en mis manuales de gramática y que le respondería con la mayor brevedad posible.
¿Qué hice bien?
Personalmente creo que fui del todo sincero con el alumno y conmigo mismo, al responder que desconocía en ese momento la respuesta al numeral ordinal 999. En mi opinión, los docentes no debemos mostrar ningún reparo en reconocer algo que desconocemos. Siempre he pensado que la honestidad de un docente pasa irremediablemente por su humildad. Muchos docentes lo ven como un signo de debilidad frente al grupo clase, pero en mi caso prefiero creer que con la honestidad salimos reforzados del grupo, porque de alguna manera empatizamos con estos mismos alumnos al desconocer todos la pregunta o duda que se ha generado. En una sociedad marcada por la inmediatez en los resultados puede sonar chocante, pero creo que es necesario educar a nuestros alumnos, precisamente, desde la honestidad y desde la humildad.
¿En qué me equivoqué?
Con respecto a la pregunta sobre el determinante numeral ordinal 999, debo decir que aquella misma tarde busqué en los manuales la respuesta. Lo cierto es que me llevó muy poco tiempo, ya que sabía perfectamente dónde ir a buscar la información, porque la pregunta, en principio, era meramente informativa.
De ahí que en la siguiente sesión lectiva en la que tuve al alumno, le di la respuesta y él asintió con la cabeza. Dándole la respuesta, el alumno satisfizo su curiosidad y yo satisfice mi ego como profesor.
Cuando llegué a casa ese mismo día, me di cuenta de que podía haber gestionado la respuesta de otra manera. Al alumno le di una respuesta satisfactoria, pero no le enseñé absolutamente nada ni a él ni al grupo.
El error que cometí fue responder a la pregunta en lugar de formularle otras preguntas que le sirvieran para enseñarle cómo aprender el determinante numeral ordinal 999. ¿Por qué digo esto? Pues porque al cabo de unos días le pregunté a ese mismo alumno cuál era el determinante ordinal de 999 y no se acordó de la respuesta que le di. Creo que queda claro que me equivoqué en la forma de responder.
Es por ello que me gustaría que todos pudiéramos reflexionar sobre la importancia de las preguntas y aún más sobre el valor implícito de las respuestas. Muchos de vosotros habréis oído el siguiente proverbio:
Si un hombre tiene hambre no le des un pez, enséñale a pescar
Creo que esta frase es muy ilustrativa al respecto de esta entrada. A mi alumno le di de comer, le satisfice su necesidad, pero como no le enseñé a pescar, a buscar por él mismo el modo de aprender el determinante numeral ordinal, no fue capaz de recordar en número ordinal al cabo de poco tiempo. No estaba preparado para pescar. Y no podía pescar porque simplemente yo no le había enseñado.
¿Cómo debería haber enfocado la respuesta a la pregunta sobre el numeral ordinal 999?
Ahora se me ocurran varias formas de enseñar a pescar al alumno en lo que a los determinantes numerales se refiere. En este sentido hubiera podido llevar a cabo varias actuaciones, tanto individuales como grupales:
- Darle una gramática y el capítulo referido a los determinantes numerales.
- Enviarle por correo electrónico algunos enlaces web donde pudiera por él mismo buscar la información, siempre pautada.
- Pedirle que cuando encontrara la respuesta, la explicara al grupo clase.
- Pedirle que, una vez encontrara la respuesta, diera a cada alumno un determinante numeral ordinal para que ellos lo buscaran de la misma manera que lo buscó él para encontrar la respuesta.
- Escribir el numeral ordinal 999 en una cartulina y exponerla de forma visible en el aula.
- Hacer grupos de dos o tres alumnos y que cada grupo tuviera un número del 0 al 10 y hacer entre todos combinaciones de dígitos que luego se podrían transformar en determinantes numerales ordinales.
- …
Como veis, había una gran cantidad de actuaciones para que los alumnos hubieran aprendido el determinante numeral ordinal 999 y muchos otros. En mi caso, yo opté por la respuesta más cómoda, opté por la inmediatez, pero el resultado que obtuvo el alumno fue tan inmediato como infructuoso, porque ya que no se acuerda a día de hoy de la respuesta que le di y yo no le enseñé dónde encontrarlo.
Es por ello que os invito a que, siempre que podáis, en lugar de alimentar, cultivéis, en lugar de responder, generéis nuevas preguntas, en lugar de explicar, enseñéis a vuestros alumnos. Muchos conocéis un lema que repito en muchos en mis artículos y que hoy creo que tiene más sentido que nunca:
Todo se puede aprender. Todo se debe enseñar.
Por cierto, el determinante numeral ordinal de 999 es…
Angel says
Noningentésimo nonagésimo nono?
smoll73 says
¡Correcto! En lugar de nono también se acepta el sinónimo noveno. Gracias por interactuar con el blog a través de tu comentario. Un saludo.
Alicia says
Me encanta tu blog, Santiago. Me gustan mucho los temas que tratas y cómo los tratas, y también tu estilo de escritura.
Una vez más, te felicito por la entrada. Me parece acertadísima y estoy totalmente de acuerdo con ella, punto por punto.
¡Un saludo!
William Fernando Carrillo Regalado says
Estoy totalmente de acuerdo con tu enseñanza en lo que respecta a la honestidad y a la humildad, recuerdo que un día mientras enseñaba a mis estudiantes del 4° de secundaria, la mamá de mi hijo de apenas siete meses de nacido me esperaba dentro del aula mientras terminada mi hora de trabajo, para esto mi hijo estaba dormido, y de repente cuando estaba escribiendo en la pizarra se escuchó un fuerte sonido que a todos los presentes nos sorprendió, a mi pequeño hijo lo asustó y se puso a llorar al darme vuelta encontré a un alumno de pie y tanto era mi enfado que le pedí que saliera del aula, él de una u otra forma trataba de explicarme que no era el culpable pero yo insistía en que saliera del aula, sin embargo poco a poco me fui calmando, terminó la hora y tocaron el timbre de salida.
Al llegar a casa, la mamá de mi hijo me manifestó que al estudiante que lo había estado culpando, no había ocasionado el fuerte ruido, no saben ustedes como me sentí en ese momento sentía ganas de llorar y saben ¿Por qué? por que con mi trato insensato había estado humillando a mi estudiante, sin embargo todavía me quedaba el día siguiente una hora de trabajo con ellos, así que al llegar al aula los saludé y ellos respondieron el saludo, pero todos guardando silencio, quizá por lo sucedido el día anterior, así que les dije que prestarán mucha atención con lo que les iba a decir y todos prestaron atención, así que primero comencé invitándolo a ponerse de pie al estudiante que lo había avergonzado y luego me dirigí a los demás estudiantes y les dije: El día de ayer me he comportado muy mal y se reconocerlo, peor aún he culpado a la persona equivocada, pero así como he tenido la insensatez de humillar, de avergonzar de ridiculizar hoy tengo la suficiente valentía de ser honesto y reconocer mi error, es por eso voy a invitar a mi estudiante a pasar adelante y ofrecerle mis disculpas sinceras y darle un fuerte abrazo si me lo permite y el se acerco le pedí las disculpas y lo abracé muy fuerte pero muy fuerte, después de cierto tiempo lo volví a encontrar y compartimos un espacio y un tiempo inolvidable, después de unos años murió, pero estoy seguro que deje huella en su corazón, así como el ha dejado en el mío. Es grande ser maestro honesto, humilde, sincero, transparente y termino con tu frase: «TODO SE DEBE APRENDER. TODO SE PUEDE ENSEÑAR»
smoll73 says
Gracias William Tu relato me ha conmovido. Creo que lo que engrandece a un docente no es lo que sabe, sino aquello que es capaz de reconocer y transmitir. un cordial saludo y mis mejores deseos.
Patricia says
Santiago, qué gran lección! muchas gracias por enseñarnos a pescar….