Una cantidad considerable de artículos de este blog son consejos y orientaciones que doy a compañeros y compañeras de mi profesión. Personalmente son entradas que me producen una enorme satisfacción porque en su mayoría son valorados positivamente. Este blog nació con la finalidad de enseñar aquellos conocimientos que he ido adquiriendo a lo largo de mi carrera como docente. Aún así, creo conveniente escribir de vez en cuando artículos basados en la autocrítica. Este tipo de artículos son necesarios para tener los pies en la tierra y para darme cuenta de que aún puedo y debo mejorar muchas aspectos de mi práctica docente. Como una vez escuché de un alumno de mi centro: «Cuando creas que lo sabes todo, prueba a caminar sobre las aguas«.
El artículo de hoy se centra en la expresión «recompensa injusta«. Se trata de una expresión que se me ocurrió a partir de una experiencia docente que tuve con un alumno y en la que, sin duda, me equivoqué. Desconozco si esta expresión ya existe para denominar otros aspectos. Si es así, pido disculpas por adelantado.
Estudiante realizando una actividad en el aula
¿Qué entiendo por «recompensa injusta«?
Para explicar esta expresión, permitidme que os cuente la experiencia que tuve con el alumno en cuestión. Era una clase lectiva más del curso. En esta sesión expliqué la diferencia entre el adjetivo explicativo y el adjetivo especificativo. Me esforcé en enseñarlo de la mejor manera, intentando interactuar con los alumnos, usando la dramatización, aplicando las técnicas de estudio del subrayado de palabras clave y el esquema de cajas… Una vez trabajada la parte más conceptual, pedí a mis alumnos que realizaran unas actividades del libro digitalizado de mi asignatura. Para la realización de las actividades di hasta la finalización de la clase. Una vez explicadas debidamente las actividades, los alumnos se dispusieron a realizarlas. Hasta aquí todo bien. Entonces, ¿qué hice mal? ¿En qué me equivoqué? Hasta aquí creo que en nada significativo.
El error vino a continuación. Al cabo de uno minutos, un alumno levantó la mano. Fui hacía él y me dijo que había finalizado todos los ejercicios que le había encomendado. Me puse a su lado y comprobé si los había elaborado correctamente. Así fue. Entonces no se me ocurrió otra idea que decirle que podía hacer cinco ejercicios más del libro digitalizado. Y ese fue mi error.
¿En qué consistió mi error? ¿Por qué le apliqué al alumno una «recompensa injusta«?
Creo que muchos de vosotros no hace falta que leáis la respuesta. El error que cometí fue premiar su esfuerzo, trabajo y diligencia con más trabajo. El error fue darle más actividades, aún sabiendo que me había demostrado que sabía realizarlas perfectamente, que había asimilado perfectamente los conceptos trabajados en la sesión. Mi recompensa consistió en más ejercicios, en más trabajo, mi recompensa fue una «recompensa injusta».
Cómo transformar la «recompensa injusta» en una oportunidad.
Fue esa misma tarde cuando me di cuenta del error que había cometido. En el artículo titulado Docente, ¿te atreverías a usar el método 20/80 en tu trabajo y en tu vida para ser más feliz? ya comenté la importancia de sustituir el duro trabajo por la reflexión. Pues bien, el error me vino a la cabeza mientras estaba practicando deporte. Fue una especie de revelación. Bueno, más que una revelación fue una bofetada en toda la cara, porque el error que había cometido con mi alumno, llevaba cometiéndolo en mis clases durante más de una década. La importancia de disponer de más tiempo para hacer lo que te gusta, también te permite tener más tiempo para reflexionar sobre tu labor docente. Pues bien, mientras corría me di cuenta de mi error e intenté inmediatamente transformarlo en una oportunidad.
A partir de ahora, cuando algunos alumnos finalicen antes que los demás y hayan demostrado que han entendido aquello que les he enseñado, no les aplicaré la «recompensa injusta» sino que les intentaré premiar con:
- Valorar públicamente su trabajo. Les haré ver mi gratitud y la compartiré con el resto de los alumno de clase. Le aplicaré lo que denomino el «refuerzo positivo incondicional«, o lo que es lo mismo, gratificaré y agradeceré su esfuerzo y lo haré delante de sus compañeros y compañeras.
- Cambiar el papel del alumno en el aula. Hasta ahora he tenido docentes en potencia en mi clase y no lo he aprovechado. Lo que haré será convertir a esos alumnos en docentes. En lugar de realizar más ejercicios, lo que harán será ayudar, cooperar conmigo. Serán mis mejores ayudantes y mis mejores aliados. Ellos serán los que me ayuden y los que ayuden a otros compañeros de clase. Les pediré que se sienten al lado de otros alumnos con dificultades y que intenten explicarles lo que ellos han entendido.
- Calificar positivamente el esfuerzo. Calificaré positivamente la actitud que han demostrado en el aula y con la asignatura. Sobre cómo calificar la actitud de la asignatura recomiendo la lectura del artículo titulado Cómo evaluar la actitud de tu asignatura.
Con estas tres acciones habré transformado lo que he denominado la «recompensa injusta» por una oportunidad para ayudar y cooperar. Con ello motivaré a mis estudiantes, reforzaré su autoestima, premiaré su inteligencia intelectual y les educaré en la inteligencia emocional.
Muchos de vosotros habréis oído hasta la saciedad la expresión aprender de los errores. Hoy me gustaría dar una vuelta de tuerca a esta expresión. Para mí no se trata de reconocer los errores. Reconocer los errores no sirve para nada si no eres capaz de transformarlos en nuevas oportunidades.
Marina Granada says
Hola Santiago:
llevo unos días «fisgoneando» por tu blog, leyendo un montón de entradas sueltas por aquí y por allá. La verdad es que me gustan todas!
Yo soy profe de ELE para adultos y, aunque no todo es aplicable, tienes un montón de ideas inspiradoras para mejorar una clase y ME HA ENCANTADO tu idea de cambiar el papel del alumno en el aula.
Enhorabuena por el blog!
smoll73 says
Muchas gracias Marina y bienvenida a bordo 😉